agosto 08, 2013

La Caricia Perdida, Alfonsina Storni


      Los primeros versos de La Caricia Perdida, de Alfonsina Stoni adornan las páginas iniciales de mi novela La Esencia de Lilith. Lo cierto es que es una poetisa poco reconocida a este lado del charco (mucho menos de lo que debería), nacida en Suiza pero de nacionalidad argentina, es en ocasiones catalogada de creadora de "poesía oscura", como si eso en realidad significase algo jejeje.  

Cito de la Wikipedia; "Su madre la anotó en el jardín de infantes, donde se la recuerda como una chica curiosa y que hacía muchas preguntas, imaginaba mucho y mentía. Su madre tenía dificultades para enseñarle a decir la verdad. Inventaba incendios, robos, crímenes que nunca aparecían en los policiales de los periódicos, metía a su familia en líos y en una oportunidad invitó a sus docentes a pasar las vacaciones a una quinta imaginaria en las periferias de la ciudad"

Su poesía está inevitablemente teñida por el dolor de una terrible enfermedad que la acompañaría a lo largo de los años. Para mí es particularmente reseñable su modo de escribir desgarrado y sin tabúes. Más aún tratándose de una mujer de la época (no es necesario recordar el lugar que ocupaban las mujeres en la sociedad a principios del siglo veinte). Por eso os dejo con este poema, uno de mis favoritos, que expresa en pocas palabras el sentir de toda mi novela, La Esencia de Lilith, en la que las caricias que no se dieron, son las más extrañadas por Anna, la protagonista, aunque ni siquiera sea completamente consciente de ello. 

Os envío un montón de besos piscineros ;)!!






La Caricia Perdida


Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar, 
la caricia que vaga sin destino ni objeto, 
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita, 
pude amar al primero que acertara a llegar. 
Nadie llega. Están solos los floridos senderos. 
La caricia perdida, rodará... rodará... 

Si en los ojos te besan esta noche, viajero, 
si estremece las ramas un dulce suspirar, 
si te oprime los dedos una mano pequeña 
que te toma y te deja, que te logra y se va. 

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, 
si es el aire quien teje la ilusión de besar, 
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, 
en el viento fundida, ¿me reconocerás?



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