enero 16, 2014

Descubriendo a Carla Monzón

A los buenos días, sé que falta muy poco para que Mangaka salga a la venta, y como en el caso de Entre Vampiros con los Mordiscos, quería regalaros algo que os haga un poco más amena la espera. Por eso os presento a Carla Monzón con este pequeño fragmento que os ayudará a descubrirla y a conocerla. 





Descubriendo a Carla Monzón

Virginia daba vueltas a su cucharilla de café, una y otra vez. Lo hacía y después me miraba. El cabello pelirrojo de mi amiga resplandecía bajo la luz del sol que se colaba por las amplias cristaleras de la cafetería de debajo de su despacho. Me había telefoneado una hora antes para que me acercase por el bufete en el que trabaja para firmar unos documentos y después me había invitado a un café. Decía que necesitaba un descanso para despejar la cabeza y yo la creí. Pero entonces, cuando dividía sus miradas entre el oro negro de su vaso y mi cara, como si pretendiese jugar a las siete diferencias con ella, me temía que tramaba algo. Y cuando la letrada Virginia Ayala tramaba algo se echaban a temblar hasta las bandas de albano kosovares.      
      -       ¿Qué te pasa? – me atreví a preguntarle.
      -       ¿A mí? Nada.
      -       Bueno, pues si no te pasa nada en cuanto me termine de tomar este café me marcho a casa, estoy terminando de insertar texto a las últimas páginas del cómic y estoy bastante liada…
      -       Siempre estás liada, Carla, más liada que la momia de Tutankamón. Necesitas relajarte y te lo dice una abogada que de estrés sabe algo…
      -       Ces’t la vie, que dirían los franceses – concluyo dando el último sorbo de mi taza y me dispongo a levantarme, busco con los ojos al camarero para pedirle la cuenta. Entonces siento una mano que se posa sobre la mía, y sin poder evitarlo reacciono bruscamente, apartándola de un manotazo como si quemase.
      -       Lo siento, perdóname por agarrarte sin avisar – dice Virginia acariciando el dorso de su mano, donde le he golpeado.
      -       No… Lo siento yo… perdóname – pido mientras siento cómo el corazón me late con fuerza en mitad del pecho a la vez que trato de calmarme. Tengo que superarlo, tengo que dejar de reaccionar de ese modo ante el contacto físico inesperado, debo parecer una auténtica demente a los ojos de quienes hayan podido verme en la cafetería. Por suerte Virginia me conoce lo suficiente como para saber que es algo que no puedo evitar.
      -       Lo cierto es que… verás Carla, tengo que contarte algo pero no sé cómo te lo vas a tomar… Y me gustaría que reaccionases bien… No, no es nada malo – advierte, probablemente la expresión de mi rostro ha sido lo suficientemente elocuente para que intuya mi alarma -. Hay un chico que te quiere conocer.
      -       ¿Qué? ¿Cómo? – pregunto con incredulidad, Virginia haciendo de casamentera otra vez, es lo que me faltaba -. ¿Un chico?
      -        Sí, un chico. Y no me mires con esa cara, es un chico no un zombi de esos que ves por la tele... Y además es bastante guapo… Me ha pedido tu teléfono.
      -       Pues le dices que no se lo vas a dar y ya está.
      -       Pero, ¿por qué? – dice mirándome como si no hubiésemos tenido aquella conversación un millar de veces. Virginia piensa que necesito un hombre, un novio, o como quiera llamarlo, en mi vida. Cree que estoy demasiado sola, y lo estoy, claro que lo estoy, pero soy feliz así, y no entiendo porqué es tan difícil para ella comprenderlo -. Ni siquiera te he dicho cómo es…
      -       Ni falta que hace – resoplo, peinándome el largo cabello con los dedos hacia detrás, recogiéndolo en una coleta con la goma que tenía en la mano -. No empecemos otra vez, Vir, por favor… Llevo todo el día dibujando y estoy cansada…
      -       Es guapo, tiene los ojos verdes y es abogado.
      -       ¿Un abogado?
      -       Sí, es un compañero del bufete, se llama Marc y…
      -       Vir, mírame... ¿En serio me ves con un abogado? - digo indicando hacia mi misma con las palmas de las manos, y ella recorre con sus ojos castaños mi corpiño de encaje negro ajustado sobre la falda de vuelo, mis botas militares y mi chaqueta de cuero, ambos del mismo color.
      -       A él no le importa que seas gótica.
      -       Oh, vaya gracias, qué honor… Y no soy gótica, soy grunge punk.
      -       Como si hubiese diferencia – dice sin dar la menor importancia a mi réplica. Claro que la hay pero no me apetece discutirla con ella una vez más, en ese preciso momento -. Mira Carla, Marc es un gran tipo en serio…
      -       Que no voy a salir con tu amigo abogado, Virginia – ni con su amigo abogado, ni con nadie me digo en mi fuero interno.
      -       ¿Qué tienen de malo los abogados? – pregunta casi ofendida, sus ojos centellean -. Marc es… en fin, creo que os llevarías bien, él tiene un punto friki y…
      -       ¿Un punto friki? Vir, en serio…
      -       Mira Carla, como amiga te digo que… - cada vez que comienza una frase con el como amiga te digo que... siento auténtico pavor a lo que continúa - Que no te vendría mal relacionarte con un hombre que no sea un eslabón perdido entre el hombre de las cavernas y el pirata barba negra.
      -       Sé que te refieres a Macao – Macao es un amigo tatuador, Virginia me acompañó hacía tan sólo unos días a visitarle para grabar en mi piel una imagen de mi libro favorito de la infancia: El Principito, sobre mi pectoral izquierdo. El pequeño príncipe mecería por siempre sus cabellos dorados bajo el mágico viento estelar subido a su pequeño asteroide sobre mi corazón. A mi amiga abogada le sorprendió el aspecto del tatuador. Macao lleva el cabello bastante largo al igual que la barba, unas gruesas argollas de plata penden de sus orejas y su cuerpo está prácticamente cubierto por tatuajes. Pero es un tipo encantador, educado y respetuoso y el único en el que confío para dibujar sobre mi piel -. Ya quisieran tus amigos abogados tener la mitad del gran corazón que tiene Macao, trabaja en un comedor social todos los fines de semana…
      -       No si grande lo tiene que tener… Si es que le queda hueco en ese pecho pintarrajeado… En fin, no me líes, ¿quieres conocer a Marc o no?
      -       No.
      -      ¿Pero porqué no? Si es un encanto Carla, de verdad, y además le gustas un montón. Cada vez que vienes al bufete se acerca por mi despacho con cualquier escusa para verte. ¿No te has dado cuenta?
      -       Pues no. No sé ni la cara que tiene.
      -       Desde luego que a despistada no te gana nadie, las mujeres notamos esas cosas, ¿dónde está tu sexto sentido femenino?
      -       En el mismo rincón que mis ganas de ligar con abogados.
      -       Vamos, podías intentarlo al menos… Él es muy amigo de Gael, y podríamos salir los cuatro juntos… Este sábado, por ejemplo, podíamos ir al cine, o a tomar algo por el centro…
      -       Vir, no y punto. No puedo permitirme pensar en hombres en este momento de mi vida, no puedo pensar en ocuparme de nadie que no sea mi madre en este momento de mi vida, no me apetece dar explicaciones a nadie de si entro o salgo, ni de si me acuesto a las cinco de la mañana o a las nueve. No estoy preparada para besar a nadie ni para dejarme besar por nadie, no estoy preparada para…
      -       No estoy preparada, no estoy preparada… Te estoy hablando de salir con un chico no de presentarte a unas oposiciones para la abogacía del estado – dice sin molestarse en camuflar lo mal que le sienta mi negativa -. ¿Quién diría que detrás de todas escenas de sexo de tu personaje Araku se esconde una medio novicia mojigata y con miedo a comprometerse? – dice con un claro afán de pincharme.
      -       Tienes toda la razón, Vir.
      -       Odio que me des la razón como a las locas – protesta y yo no puedo evitar sonreír -. No puedes pasarte la vida rehuyendo del amor.
      -       Quizá fue el amor el que decidió rehuir de mí.
      -       Entonces, el sábado…
      -       El sábado estaré en Guadalajara visitando a mi madre en la residencia, como cada fin de semana… Dile a tu amigo que se olvide de mí, es lo mejor. Adiós, Virginia, me ha encantado verte – digo antes de marcharme.

¿Cómo podía hacerla entender, sin explicarle nada, absolutamente nada de mi pasado, de las pesadillas que me atormentaban por la noche, que no quería, que no podía permitirme volver a abrir mi corazón?
Mi corazón que había sido cerrado de un portazo y sellado con clavos después. Ese que aún malherido latía dentro de mi pecho recordándome una y otra vez cuánto dolía, cuánto me quemaba aún que él se hubiese olvidado de mí, que se hubiese marchado cuando más le necesitaba, para no volver jamás...




¿Qué, os ha gustado? ¿Tenéis aún más ganas de conocer a Carla Monzón? Pues ya no falta nada el próximo 22 de Enero estará en todas las librerías Mangaka, Lágrimas en la Arena ;).
Un beso enoooorme para tod@s ;).

enero 07, 2014

Ilusiones nuevas

      Pues sí, el año nuevo nos trae ilusiones nuevas, me pondré a dieta, iré al gimnasio, acabaré ese libro que había empezado y no hay manera... Nuevos proyectos e incluso en ocasiones realmente una nueva vida.
      A mí me trae la publicación de Mangaka, que el próximo 22 de Enero saldrá a la venta, como una niña con zapatos nuevos me hallo :))).

     Os deseo suerte y sobre todo perseverancia en vuestros sueños para este año que recién comienza.

    Besos y mordiscos a millones de esta Caperucita un poco rebelde, pero solo un poco ;).



El Príncipe de Hielo

            Dos años han pasado desde que publiqué Mi propio Turco de Telenovela, una novela que me ha dado muchas alegrías, una novela con ...