Hoy de camino
a uno de tantos de los quehaceres diarios me crucé en el coche con alguien, un
paisano cualquiera de mi pueblo a quien hacía muchísimo tiempo que no veía. Un tipo
joven y enjuto, de treintaytantos, que pedaleaba la empinada cuesta por la que
yo circulaba en su bicicleta, con el rostro enrojecido por el cansancio en el
que destacaba una oscura barba de varios días. Pero fueron sus ojos quienes
capturaron mi atención, el cansancio y casi la desesperanza que podía leerse en
ellos sin tan sólo contemplabas su iris, aún desde la distancia, durante un
instante.
A su espalda
cargaba, en un burdo saco de nylon blanco convertido en mochila con dos
sencillas cuerdas, varios kilos de tagarninas que probablemente había reunido
tras una larga jornada en el campo.
Y como él, son
demasiados los hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, que encuentro en el
último tiempo vendiendo setas, espárragos, tagarninas, conejos, pájaros
perdices, e incluso rifando sus propias pertenencias, para conseguir sacar a su
familia adelante. La mayoría de ell@s con hijos, algunos incluso sin subsidio
tras meses e incluso años de paro.
Hombres y
mujeres que han regresado al campo, en pos de los recursos que la madre
naturaleza unida al esfuerzo del hombre (o mujer) nos ofrece como ayuda
desesperada en una andadura tan dura como esta.
Tant@s,
demasiad@s, que no han tenido otra opción que resignarse ante la pérdida de sus
hogares, ante el regreso forzado con sus propios hijos a la casa de sus padres.
Y aún a pesar de su dolor interior son capaces de regalarte una sonrisa, una
palabra amable, un gesto de esperanza.
Para mí, hoy
no es el momento de hablar de los errores, ajenos o propios, hoy es el momento
de deciros que me siento muy orgullosa de tod@s vosotr@s. De vuestra capacidad
de lucha, de vuestra voluntad inquebrantable, de vuestra ilusión y vuestra
búsqueda activa de un futuro mejor cuando el futuro mejor parece un horizonte tan
lejano. Cuando la línea de flotación es bajada más y más. Estoy orgullosa de vosotr@s,
por no quedaros quiet@s, por no echaros a morir en un rincón, por luchar por lo
vuestro con uñas y dientes, como lleváis haciendo toda la vida, y ahora con más
energía cuanto más dura es la situación.
Y por todo
esto sólo quiero que sepáis cuánto me llena de orgullo ser una de los vuestr@s,
de ser benalupense, gaditana, andaluza y española.
Mordiscos
afectuosos para tod@s
mucha gente lo esta pasando mal por la crisis,,, pero tienen que seguir luchando por sacar a delante a su familia,,,, y eso es un orgullo para ellos,,,, siempre adelante con la cabeza bien alta.
ResponderEliminaruna gran entrada, besos.
El verdadero valor es el que surge ante la adversidad, y es el que estamos viendo hoy día. Gracias Batoosahi, saludos :)
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