Hola a tod@s!
Nuestra
invitada de esta semana en Mujeres en la historia es una dama a la que le tengo
la mayor de las admiraciones, por ser la precursora de la enfermería profesional. Por poner
en valor y profesionalizar los cuidados, evitando no se sabe cuantos miles,
millones, de fallecimientos innecesarios.
Florence
Nightingale nació el 12 de mayo de 1820 en Florencia en el seno de una familia británica
acomodada. Fue hija de William Edward Nightingale, un terrateniente sumamente
rico, y Frances Smith. Frances, su hermana mayor fue escritora y periodista.
En 1837, inspirada
por lo que ella interpretó como una llamada de Dios, anunció su decisión de
dedicarse a la enfermería a partir de 1844. Una decisión que le acarreó
problemas con su familia, especialmente con su madre y su hermana, pues la
enfermería estaba relacionada con mujeres de la clase trabajadora, no de la
clase burguesa destinadas a encontrar un buen marido como Florence. A pesar de su oposición Florence se formó como
enfermera, de modo casi autodidacta, visitando los centros de asistencia sanitaria
en sus viajes a Francia, Italia, Suiza, Grecia o Egipto. Durante estos viajes
escribiría un diario en el que se refleja claramente los conocimientos que va
adquiriendo, así como su gran vocación y su filosofía de vida.
En 1847 conoció en Roma
a Sidney Herbert, un joven político que se encontraba de luna de miel y con
quien inició una amistad que más adelante sería decisiva en su vida.
En 1850 visitó la
comunidad luterana de Kaiserswerth, en Alemania, y observó la labor del Pastor Theodor
Fliedner y sus asistentes, con los enfermos y marginados, marcándola
intensamente. Durante cuatro meses recibió entrenamiento médico que se
convertiría en la base de su posterior trayectoria. En 1851 publicó sus
experiencias en la institución de forma anónima con el título: La Institución
de Kaiserswerth del Rin para el Entrenamiento Práctico de Diaconisas.
En
1853, el 22 de agosto, asumió el cargo de superintendente en el Instituto para
el Cuidado de Señoras Enfermas en Upper Harley Street, Londres, ocupando dicho
puesto hasta octubre de 1854. En esa época su padre la proveía con 500 libras
mensuales, con lo cual podía llevar una vida acomodada.
En
octubre de 1853 y hasta febrero de 1856 se desarrolló la guerra de Crimea entre
el Imperio ruso y la alianza del Reino Unido, Francia, el Imperio otomano y el
Reino de Piamonte y Cerdeña. La mayor parte del conflicto tuvo lugar en Crimea,
en el Mar Negro. En ese momento Sidney Herbert estaba al frente de la
Secretaría de Guerra y al conocer los problemas sanitarios del ejército
posibilitó que Nightingale, y un grupo de 38 enfermeras voluntarias entrenadas
por ella, se trasladasen a la zona de conflicto. El 21 de octubre de
1854, partieron hacia el Imperio Otomano.
En
los primeros días de noviembre de 1854 llegaron a la principal base de
operaciones británica en el cuartel de Selimiye en Scutari (actual Üsküdar, en
Estambul). Y se encontraron a un equipo médico completamente sobrepasado por la
situación: carencia de suministros médicos, falta de higiene, infecciones
fatales, equipamiento inapropiado para el procesado de los alimentos de los
pacientes… Se calcula que Florence Nightingale aplicando su modo de trabajo redujo
la mortalidad del 42% al 2%.
El
primer verano de Florence en Scutari más de 4000 soldados perdieron la vida,
diez veces más por enfermedades infecciosas que por heridas de guerra. Las condiciones
de hacinamiento y falta de higiene y ventilación en el hospital provocaban que
las infecciones no parasen de aumentar.
Seis
meses tras la llegada de Nightingale y su equipo una comisión sanitaria llegó
al hospital desde Londres que limpió los vertederos contaminantes y mejoró la
ventilación provocando que el índice de mortalidad descendiese drásticamente.
El
jueves 8 de febrero de 1855, en pleno conflicto, The Times, la describió así en
un artículo:
Sin
exageración alguna es un «ángel guardián» en estos hospitales, y mientras su
grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del
desdichado se suaviza con gratitud a la vista de ella. Cuando todos los
oficiales médicos se han retirado ya y el silencio y la oscuridad descienden
sobre tantos postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña
lámpara en su mano, efectuando sus solitarias rondas.
Durante
la guerra ella no postuló que las muertes se debiesen a las condiciones en las
que estaban los heridos en el hospital, pensando que se debía a la mala
nutrición, a la falta de suministros y la escasa ventilación. Pero ya en Londres
solicitó audiencia a la Reina Victoria y convenció a la monarca de la necesidad
de poner en marcha drásticas reformas higiénicas en los centros hospitalarios.
Tras
el fin de la guerra, Florence Nightingale comenzó a ser conocida como «la dama
de la lámpara».
A
partir de 1857, comenzó a padecer depresión e intermitentes postraciones en la
cama. La mencionada biografía de Bostridge citó a la brucelosis y a la
espondilitis como la causa de sus padecimientos.
En
1859 se publicaron sus Notas sobre Enfermería: Qué es y qué no es, un libro que
sirvió como base del programa de estudios de la Escuela Nightingale y otras
escuelas de enfermería que siguieron el mismo modelo, a pesar de haber sido
escrito como guía para quienes ejercían cuidados de enfermería a domicilio.
En
1860, Florence inauguró una Escuela de Adiestramiento de Enfermeras en el
hospital St. Thomas y comenzó a trabajar y escribir sobre diferentes reformas
sanitarias.
Alrededor
de 1882, las enfermeras de Nightingale gozaban de una creciente e influyente
presencia en el desarrollo de la embrionaria profesión de enfermería. Algunas
se convirtieron en matronas de hospitales de vanguardia en toda Gran Bretaña y
en Australia.
En
sus últimos años, Florence Nightingale realizó un exhaustivo informe
estadístico acerca de las condiciones sanitarias en las zonas rurales de la
India, promoviendo la introducción de mejoras en la atención médica y en el
servicio de salud pública en ese país. Fue reconocida con su nombramiento, en
1858, como miembro de la Royal Statistical Society, siendo la primera mujer en
acceder a ese cargo.
Nunca
se casó, falleció el 13 de agosto de 1910, a los 90 años, mientras dormía en su
habitación del 10 de South Street. Le fue ofrecido el enterramiento en la Abadía
de Westminster, pero su familia lo rechazó, y fue sepultada en el cementerio de
la Iglesia de St. Margaret en East Wellow, Hampshire.
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