Hoy
se han cumplido cien años del hundimiento del Titanic, o lo que es
lo mismo, tal día como hoy hace cien años se precipitaba a las
profundidades el que iba a ser el barco más poderoso de cuantos se
habían construído. Una de las tres estrellas de la nueva clase
Olimpyc que situaría a la White Star Line por encima de sus
competidores transatlánticos. Un barco al por sus novedades técnicas
como la triple hélice o los diecisiete mamparos estancos habían
llevado a la prensa a calificarlo como insumergible.
Aunque
en realidad se hundió la noche entre el 14 y 15 de abril, en torno a
las 2:20 h de la madrugada, tan sólo aproximadamente dos horas
después de colisionar con el consabido iceberg al sur de las costas
de Terranova.
Fueron
muchas las leyendas que envolvieron al hundimiento del RMS Titánic,
cuyos restos fueron hallados el 1 de septiembre de 1985 por el
investigador Robert
Ballard
y su equipo, a 4.000 metros de profundidad.
Las
imágenes obtenidas por Ballard otorgaron la razón, setenta y tres
años después, a relato del joven John Borland Thayer (Jack
Thayler), el único superviviente que había relatado cómo el barco
se partió en dos antes de hundirse por completo. Algo impensable en
la época, en cuyas crónicas la tragedia hablaban del hundimiento
del barco en una sola pieza.
Jack
Thayer, tenía diecisiete años y viajaba con sus padres en primera
clase rumbo a Nueva York. Era la noche del 14 de abril y estaba
preparándose para meterse en la cama cuando percibió un leve ruido
y un zarandeo que ni siquiera le hizo perder el equilibrio. Un soplo
de aire helado se adentró por el ojo de buey a medio abrir de su
camarote, el C-70.
Entonces,
colocándose una chaqueta sobre su pijama visitó el camarote de sus
padres, advirtiéndoles que pretendía subir a la cubierta A a
comprobar cuál era la diversión, pensando que se trataba de algún
tipo de celebración la que había producido aquel ruido,
descubriendo, cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad, que había
varios pedazos de hielo sobre la cubierta de proa.
Regresó al camarote de tus padres John y Marian, el C-68, y les comunicó lo que había descubierto, consiguiendo que su padre John Borland Thayer I subiese a cubierta, desde donde observó pequeñas piezas de hielo flotando en el agua alrededor del barco, aunque Jack no vio nada.
Al
cruzar por babor percibieron que algo no iba bien y regresaron a sus
habitaciones donde se vistieron, colocándose los chalecos salvavidas con
los abrigos encima para regresar a cubierta donde comenzaba a
organizarse la operación de desalojo del buque. Esperaron para ser
embarcados en los botes salvavidas cuando la orden de evacuación de
“mujeres y niños primero” les obligó a separarse. Por un lado
su madre Marian y su doncella la señorita Flemming permanecieron en
la zona de babor de la cubierta A, mientras él y su padre eran
apartados a estribor.
Cuando
creían a Marian a salvo en uno de los botes ambos hombres se
sorprendieron tremendamente al conocer de mano del segundo jefe Dodd
Steward George que aún permanecía a bordo.
Ambos
la buscaron hasta encontrarla y permanecieron reunidos a la espera de
un bote salvavidas, pero Jack acabó perdido entre la multitud que
desesperada trataba de acceder a éstos.
El
muchacho buscó a sus padres un buen rato, en compañía de Milton
Clyde Long un joven al que había conocido aquella misma tarde
tomando un café, pero al no encontrarlos pensó que habrían subido
a uno de los ansiados botes salvavidas, al fin.
Jack
y Milton se dirigieron a estribor, donde los botes salían deprisa,
sin ni siquiera completar el número de pasajeros que podían
ocuparlos. Los dos jóvenes trataron de subir a uno de ellos pero
había toda una multitud intentándolo y muy poco espacio.
Desde
los pescantes, en los huecos dejados por los botes salvavidas que ya
habían partido, ambos tomaron como referencia una lejana estrella en
el horizonte, cuya distancia entre los pescantes de hierro les
ayudaba a medir a qué velocidad estaba hundiéndose el barco.
Cada
vez el buque se sumergía a mayor velocidad y Jack decidió saltar al
agua, como muchas otras personas hacían, al fin y al cabo él era un
gran nadador. Su amigo Milton no lo era y le persuadió de hacerlo.
Sin
embargo Jack sabía que no podía esperar más, el agua ascendía por
el interior del barco produciendo ruidos sordos al hacer estallar el
aire a presión de las mamparas estancas. Se despidió de todos y se
subió a la barandilla, Long imitó su gesto, mirándole fijamente le
dijo: 'Tú vienes, muchacho, ¿no? " Jack contestó: "Ve
por delante, voy a estar contigo en un minuto." Y Long se
deslizó hacia abajo por el costado del buque. Jack nunca volvería a
verlo.
Justo
después saltó Jack, con los pies por delante, cayendo en las
gélidas aguas lo suficientemente lejos del barco, sintiéndose
empujado lejos de la nave por algún tipo de fuerza.
Después
relataría cómo el barco parecía estar rodeado por un gran
resplandor, como si estuviese envuelto en llamas, en mitad de la
oscura noche estrellada mientras la proa se hundía rápidamente. La
gente que aún permanecía a bordo, más de mil quinientas personas,
corría en dirección a popa cuando esta se elevó hasta alcanzar un
ángulo de entre sesenta y cinco y setenta grados.
Sonó un gran estruendo cuando la estructura comenzó a partirse en dos entre la tercera y cuarta chimenea, y las luces del coloso se apagaron para jamás volver a encenderse mientras este se desquebrajaba. Jack podía ver cómo la gente se arremolinaba como abejas en un panal, cayendo al mar, para ser tragados por éste.
Apenas siete u ocho metros libraron al joven Jack de ser aplastado por la gigantesca estructura de popa que después recuperó la vertical para permanecer flotando como un corcho durante un rato, hasta sumergirse, lentamente.
Cuando
al fin la popa fue tragada por las gélidas aguas del atlántico Jack
sintió cómo el barco tiraba de él con una succión poderosísima y
se afanó nadando con energía. A dicha succión siguió una pulsión
contraria y una gran ola producida por el efecto de repulsión del
definitivo hundimiento que hizo emerger gran cantidad de fuselaje y
pequeños restos del barco a la superficie.
La mano del muchacho que nadaba en la oscuridad tocó el borde de corcho de un bote salvavidas volcado, había varias personas sobre éste que habían contemplado atónitos el descenso agónico hacia las profundidades marinas del pecio. Uno de ellos, fogonero, le ayudó a subir.
En
poco tiempo eran más de veinticinco hombres subidos al bote volcado.
El
espacio era reducido y los hombres caían al agua, teniendo que nadar
esforzándose en volver a subir. Hasta que precariamente se
equilibraron en el bote volcado, desde donde podían oír los gritos
agónicos de aquellos que nadaban en el agua, en mitad de aquella
profunda oscuridad. Estos resonaban en los oídos del muchacho como el
sórdido zumbido de las langostas de su hogar en Pensilvania.
Después
de la larga noche fueron rescatados por los botes salvavidas 4 y 12,
que finalmente aceptaron subirles pues albergaban el temor de que aquel exceso de
peso terminase por hundirlos a todos.
El
joven Jack estaba tan preocupado por alcanzar la seguridad del bote 4
que ni siquiera se percató de que su madre viajaba en el 12, a escasos metros de él.
A
las 8:30h de la mañana fueron rescatados por el barco Carpathia, el
primero en acudir al rescate del malogrado RSM Titanic, a pesar de
que había otro transanlántico mucho más cerca; el SS Californian,
que al parecer malinterpretó las señales de socorro del Titanic (de
hecho, hay quien asegura que si el SS Californian hubiese acudido a
la llamada de auxilio la gran mayoría de náufragos del RMS Titanic
habrían podido ser rescatados con vida, algo que atormentó a su
capitán; Stanley Lord, durante el resto de sus días)
Fue allí, sobre la cubierta del Carpathian donde el joven Jack pudo
al fin reencontrarse con su madre, quien le preguntó nada más
verle; ¿Dónde está papá? A lo que él contestó; No lo sé.
En
el Carpathia le prestaron pijamas y una litera. Y cuando Jack pudo acostarse a descansar
al fin pensó que la copa de coñac que acababa de tomar para
calentar el cuerpo helado tras la eterna noche del hundimiento era la
primera copa de licor que tomaba en su vida, y después se durmió.
Durante
la travesía en el Carpathia Jack relataría lo sucedido a uno de los
pasajeros, LD Skidmore, quien dibujó una secuencia de imágenes
basadas en los recuerdos del muchacho.
Sin
embargo no fue hasta el uno de septiembre de 1985 cuando tras el
descubrimiento por parte de Robert Ballard del pecio sumergido
descansando en el lecho marino, cuando sería confirmado el relato del
joven Jack. Gracias al equipo sumergible Argo provisto de cámaras
sensibles a la oscuridad que demostró que el gran Titán se había
quebrado en dos antes de descender hasta las oscuras profundidades
de suelo oceánico, donde hallaría su reposo eterno.
No sé si a vosotros os cautiva tanto la historia del Titanic como a mí, pero si os apetece conocer un poco más de la historia de Jack Thayer os dejo un enlace aquí, aunque os advierto que está en inglés. Fueron miles las historias quebradas aquella fatídica noche, como miles los fallecidos en una conjunción de factores que propició el terrible desastre.
Saludos ;).
PD: Las imágenes son de la web
Está claro que seduce a muchos, a nosotras por lo menos jajaja
ResponderEliminarUn besote cielo
Tiene todos los alicientes misterio, lujo, tragedia... Es pura literatura ;)
EliminarMuchas gracias por toda esta información,, sino me equivoco fueron 1517 los fallecidos,,, pero me parece terrible no creer a los superviviente que vieron como se partió el casco,,, aun seguian pensando que el Titanic era indestructible.... A esto me refería con lo de la osadía de los hombres, pensar en que son superiores a todo.
ResponderEliminarUn beso y feliz domingo!!!
El ser humano es a veces tan estúpido como osado, pero gracias a ambos aspectos hemos evolucionado, jejeje. Saludos Batoosahi ;)
EliminarMaría José, apasionanteeeeeee, la leí con los ojos a cuadros. Precisamente, el novio de mi hija, me contaba ayer, que un día,un niño, visitando la casa de las ciencias en La coruña,vió un plato que tenían expuesto en una vitrina, y él le dijo a su profesor, que el tenía uno igual. Qué su padre, era marinero, y hacía unos años, había pescado en las redes un plato igual que ese. Imaginate el revuelo. Dicen que el plato pertenecia al Titanic,que los pasajeros, tenían la costumbre de tirar los platos por la borda, para tener buena suerte. Y que este marinero, encontró el plato muyyyyyy lejos del lugar donde se hundió el titanic.Eso me contaba precisamente ayer que lo leyó en no se que revista.Apasionante verdad??la pena es la página a la que remites que es en ingles y...ni flores!!!Besitosssssssssssss genialllll me encantan estas cosas!!
ResponderEliminarLa verdad es que si que es apasionante Midala, a mi me encantaría poder ver el barco, esos rincones, esas estancias desiertas... Aunque a la vez me daría un poco de grima jejeje. Me alegra que te haya gustado ;)
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